Hoy es su cumpleaños.
La hemos felicitado, ha recibido varias llamadas, le hemos enseñado la tarta…
pero aún no sabe qué pasa, qué se celebra.
Cada vez que
escucha “Felicidades!” contesta que si es su Santo, que no es su día sino el de
su cuidadora, que por qué la felicitas o que nos hemos equivocado. Le decimos
que es 20 de Febrero y entonces cae en que es su cumpleaños pero a los pocos
minutos vuelve a preguntar por qué la llaman o por qué la visitan.
Su memoria vuelve a
fallar cuando se le pregunta por el número de velas que habrá en su tarta. No
tiene ni idea… lo mismo se sitúa en la sesentona que como octogenaria. Lo que sí
recuerda es su año de nacimiento aunque luego no le salen las cuentas.
Con recuerdo o sin él,
todos intentamos que sea un día menos rutinario y que lo celebre aunque no sepa
qué. Pues, sin memoria o con ella, soplar las velas es señal de los años que
hemos vivido.
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