Se aburre. Ese es
el problema de sus mañanas y el no tener nada que hacer la empuja a tener sueño
y querer acostarse. Sin embargo, si duerme luego por la tarde está muy nerviosa
e hiperactiva. Así que nos hemos propuesto entretenerla.
A veces, damos un
paseo pero el fuerte sol de Julio no siempre lo permite. Otras veces, le
ponemos la televisión con programación que le gusta pero no suele funcionar y
acaba durmiéndose en el sillón. Por tanto, lo que solemos hacer es darle tarea.
Desde doblar ropa,
aunque luego tengamos que volverla a doblar, a pelar alguna hortaliza en la
cocina, aunque luego le tengamos que dar nosotros el último toque. Todo vale
por tal de que se distraiga pero ese entretenimiento puede llegar a acabar con
la paciencia y los nervios de quienes la rodean.
Por ejemplo, justo
esta mañana le hemos dado un platito con gambas para que las pele. Nos pareció
una buena idea ya que lo puede hacer sentada en la mesa de la cocina
tranquilamente ya que no lo necesitamos hasta la noche. Como siempre, le
pusimos un pequeño bol con las gambas para pelar, un recipiente vacío para que
echara las peladas, una bandejita blanca para echar las cáscaras y le
explicamos como lo tenía que hacer y donde echar cada cosa a la vez que lo
hacíamos para que lo viese.
Cuando ella comenzó
la tarea, tras quitar la primera cabeza preguntó si tenía que quitarle la cola
a la gamba y le dijimos que sí que tenía que pelarla entera igual que las que
ya estaban en la fiambrera. Sin embargo, cuando llegó al final de la gamba le
dejó la cola y la echó con las peladas. Nosotros insistimos en que volviese a
cogerla y le quitase toda la cáscara mientras ella contestaba que es que no lo
sabía porque no le habíamos dicho nada. Sin embargo, volvió a coger la gamba
pero no la peló sino que la echó en el otro bol.
Así que volvimos a
comenzar desde el inicio y explicarle en qué consistía la tarea. Pero su
memoria también empezó y cuando sólo había quitado la cabeza preguntó si la
pelaba entera o le dejaba la cola. Le explicamos una vez más que sí pero la
historia se repite, se repite y se repite.
Tras media hora nos
damos por vencidos y nos concienciamos de que el objetivo es que se entretenga
y no que pele las gambas así que decidimos que lo haga como quiera y luego
nosotros lo arreglaremos pero ella sigue insistiendo y preguntando una y otra
vez. Y pregunta, y le contestamos, y lo hace mal, y vuelve a preguntar, y
volvemos a responder, y vuelve a hacerlo más, e insiste en la pregunta, e
insistimos en la respuesta, e insiste en hacerlo más…
Finalmente, todos
acabamos nerviosos y las gambas siguen sin pelar. Quizás mañana acertemos con
la distracción.
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